Mi enfermedad como camino: De regreso a mi esencia
He elegido unirme a esta maravillosa convocatoria pues sé; por el ejercicio de mi profesión, que hablar, contar y compartir libera y sana. Todo ello tiene el valioso adicional de mostrar a las mujeres que no estamos solas, que somos y podemos mucho más de lo que hemos creído hasta ahora.
Desde niña viví en un hogar en el que aprendí que las relaciones de pareja se luchan, que la esposa debe ser perfecta y ha de estar con los ojos bien abiertos pues hay en la calle muchas mujeres queriendo llevarse a su marido. Las continuas infidelidades de mi padre y sentir el dolor callado de mi madre ante tales situaciones generaron en mí pensamientos y emociones dolorosas, cosas que por supuesto elegí callar porque debía ser perfecta.
A los 16 años mi cuerpo se había adaptado tan bien a aquellos pensamientos y emociones de lucha que ante la primera infidelidad; una cosa de niños con mi primer noviecito que decidió terminar nuestra relación por cuadrarse a una de mis amigas de colegio, mi cuerpo manifestó diabetes.
Durante 18 años tuve diabetes insulino dependiente y progresiva, por supuesto mis pensamientos de lucha y emociones dolorosas continuaban habitando en todo mi cuerpo. Paralelamente en los años siguientes me caso y posteriormente me divorcio por infidelidad de parte de mi pareja y así continuó mi vida emocional golpe tras golpe.
Pero cuando se ha caído tantas veces y tan a fondo ya no hay algo más profundo donde caer, es entonces cuando todo ser humano que llega a ese punto tiene sólo dos alternativas, elige morir allí o se levanta y comienza a pensar : ¡No Es Posible que la vida sea tanto sufrimiento! ¡Debe haber algo más!. Podrán imaginarse qué elección tomé, comencé con el libro “Te amo pero Soy Felíz Sin Ti” de Papá Jaramillo y a partir de allí recorro un camino de auto – reconocimiento y real sanación, todo ello me fue conduciendo a conectarme con mi esencia.
Muchas lecturas, muchos cursos, reconexión y sanación reconectiva, terapias alternativas de medicina China, certificarme con coach, constelaciones familiares. Mi elección fue definitiva, una vez descubrí que aquello que había aprendido y tomado como cierto en mi vida podía transformarlo, con coraje tomé la mano de Dios y permití que me condujera a las personas, la información y las experiencias que me sanaran. Pensamientos como “Todos los hombres son iguales”, “Todas las mujeres son potencialmente mis enemigas”, “No soy suficiente”, “Debo aparecer perfecta para minimizar el riesgo de ser abandonada”, “Debo controlar todo y a todos para no tener riesgo de quedarme sola”, etc. y emociones como miedo, celos, dolor por traición, rabia, tristeza fueron lentamente siendo liberados y transformados.
Comprendí que mi cuerpo había desarrollado diabetes por mi necesidad de lucha constante; para luchar, el cuerpo necesita azúcar para estar siempre listo ante cualquier posible ataque, por ello fue inhibido de manera inconsciente la producción de insulina. Una vez trabajo sobre esta adaptación y todos los pensamientos y emociones asociadas a este juicio maestro mi cuerpo comienza a responder. Hoy en día mi proceso de transformación continúa, mi cuerpo usa mucha menos insulina que cuando comenzó la diabetes y este mismo año dejaré de necesitarla.
Me casé nuevamente con un hombre maravilloso (¡Porque sí existen!) y llevo una hermosa relación adulta y sabia con mi esposo, nos estamos disponiendo a ser padres y además soy coach y facilitadora.
Como me enseñaron, hoy sirvo a través de mis heridas. Mi aparente enfermedad y los golpes que recibí no fueron sino enseñanzas para mi camino de libertad y sanación. El camino continua y hoy la felicidad, la ternura, la alegría y el amor están muy a la mano para acompañarme.
Con infinito amor y gratitud,
Jenn Rocha
Coach ontológica
Desde niña viví en un hogar en el que aprendí que las relaciones de pareja se luchan, que la esposa debe ser perfecta y ha de estar con los ojos bien abiertos pues hay en la calle muchas mujeres queriendo llevarse a su marido. Las continuas infidelidades de mi padre y sentir el dolor callado de mi madre ante tales situaciones generaron en mí pensamientos y emociones dolorosas, cosas que por supuesto elegí callar porque debía ser perfecta.
A los 16 años mi cuerpo se había adaptado tan bien a aquellos pensamientos y emociones de lucha que ante la primera infidelidad; una cosa de niños con mi primer noviecito que decidió terminar nuestra relación por cuadrarse a una de mis amigas de colegio, mi cuerpo manifestó diabetes.
Durante 18 años tuve diabetes insulino dependiente y progresiva, por supuesto mis pensamientos de lucha y emociones dolorosas continuaban habitando en todo mi cuerpo. Paralelamente en los años siguientes me caso y posteriormente me divorcio por infidelidad de parte de mi pareja y así continuó mi vida emocional golpe tras golpe.
Pero cuando se ha caído tantas veces y tan a fondo ya no hay algo más profundo donde caer, es entonces cuando todo ser humano que llega a ese punto tiene sólo dos alternativas, elige morir allí o se levanta y comienza a pensar : ¡No Es Posible que la vida sea tanto sufrimiento! ¡Debe haber algo más!. Podrán imaginarse qué elección tomé, comencé con el libro “Te amo pero Soy Felíz Sin Ti” de Papá Jaramillo y a partir de allí recorro un camino de auto – reconocimiento y real sanación, todo ello me fue conduciendo a conectarme con mi esencia.
Muchas lecturas, muchos cursos, reconexión y sanación reconectiva, terapias alternativas de medicina China, certificarme con coach, constelaciones familiares. Mi elección fue definitiva, una vez descubrí que aquello que había aprendido y tomado como cierto en mi vida podía transformarlo, con coraje tomé la mano de Dios y permití que me condujera a las personas, la información y las experiencias que me sanaran. Pensamientos como “Todos los hombres son iguales”, “Todas las mujeres son potencialmente mis enemigas”, “No soy suficiente”, “Debo aparecer perfecta para minimizar el riesgo de ser abandonada”, “Debo controlar todo y a todos para no tener riesgo de quedarme sola”, etc. y emociones como miedo, celos, dolor por traición, rabia, tristeza fueron lentamente siendo liberados y transformados.
Comprendí que mi cuerpo había desarrollado diabetes por mi necesidad de lucha constante; para luchar, el cuerpo necesita azúcar para estar siempre listo ante cualquier posible ataque, por ello fue inhibido de manera inconsciente la producción de insulina. Una vez trabajo sobre esta adaptación y todos los pensamientos y emociones asociadas a este juicio maestro mi cuerpo comienza a responder. Hoy en día mi proceso de transformación continúa, mi cuerpo usa mucha menos insulina que cuando comenzó la diabetes y este mismo año dejaré de necesitarla.
Me casé nuevamente con un hombre maravilloso (¡Porque sí existen!) y llevo una hermosa relación adulta y sabia con mi esposo, nos estamos disponiendo a ser padres y además soy coach y facilitadora.
Como me enseñaron, hoy sirvo a través de mis heridas. Mi aparente enfermedad y los golpes que recibí no fueron sino enseñanzas para mi camino de libertad y sanación. El camino continua y hoy la felicidad, la ternura, la alegría y el amor están muy a la mano para acompañarme.
Con infinito amor y gratitud,
Jenn Rocha
Coach ontológica
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