Nací en este cuerpo de mujer, así mi alma lo eligió, así mi esencia lo diseñó, solo así pude vivir la experiencia de ser mamá.
Todos los seres pasamos por momentos que marcan nuestras vidas, algunos dolorosos otros llenos de alegría. El cambio no necesariamente llega de la mano del dolor.
Cada experiencia es un regalo de consciencia, es un llamado a tomar la vida tal cual como ella se está revelando para ti.
Ser mujer es un regalo muy especial, solo somos nosotras las únicas que podemos sostener la vida dentro de nuestro vientre por 9 meses, somos las gestadoras de consciencias y tener la claridad de este gran regalo es un llamado muy especial para la mujer de hoy.
He tenido en este cuerpo la fortuna de tener tres seres maravillosos dentro de mi, cada uno trajo miles de regalos, miles de ofrendas a esta gran labor de dar a luz, no solo en el momento del parto, en cada instante, en cada segundo, en ese lugar donde no existe el tiempo ni el espacio, ahí, donde la consciencia se funde con la vida y el milagro del amor.
Cada embarazo estaba en determinadas circunstancias y era perfecto, ese era el diseño exacto para todos en ese momento, cada uno fue una experiencia única y sagrada.
Doy gracias a Dios el haber tenido la fortuna de ser mamá, doy gracias a ese gran hombre que me hizo madre y aportó ese 50% para que nuestros hijos llegaran, haber sentido cada patadita, cada náusea, cada incomodidad física que hoy veo y reconozco para poder ver todo en perspectiva y valorar la gran obra maestra que formamos.
Me acostaron 4 meses por riesgo de aborto, saber que cada movimiento mío tenía un efecto en mi bebe fue el regalo mas grande, me llevó a estar en presente en mi, no me importó nada, no me importó no bañarme como estaba acostumbrada, no me importó estar acostada 4 meses, es mas, durante esos días de reposo, entré en la verdadera comunión con mi bebe y conmigo, fue ahí sonde se detuvo el tiempo externo y entré en total permanencia con esa criaturita que se estaba gestando, sólo ahí empecé a mirarlo, a mirar hacia dentro de mi, que sucedía cada día, cada instante, cada precioso momento, ahí entendí que él me escuchaba, me sentía, su alma no medía centímetros, era gigante, ella me guiaba, me inspiraba y con ella, todos los seres angélicos que lo acompañaban.
Fue en esos días, donde se tejió la relación mas íntima con mi bebe, ahí le hablaba, le cantaba, leía libros que expandían mi consciencia, libros que a él también le iban a servir para la vida, fue ahí donde empecé a escucharlo realmente, fue ahí donde sentí que mi corazón estaba unido al de él, fue ahí donde sentí que con cada inhalación consciente se abría un puente entre el cielo y la tierra para nosotros, para todos como familia.
Después de unos grandes días en casa, sin afán, sin ninguna preocupación, solo la vida que se estaba gestando y dependía de mi, se acerca la gran fecha, el día en que nos reconoceríamos, el día que sus ojitos se encontraría con todos nosotros como familia, con sus hermanos y su padre.
No era el día en que esperábamos a Gabriel, sin embargo algo en mi cuerpo me avisó y el doctor ante una llamada me indica que me vaya a la clínica.
A mi llegada a la clínica, después de dos partos anteriores aunque familiar no dejaba de generar un poco de temor, las condiciones físicas no eran las mas adecuadas, pasa todo tan rápido y ahí estoy, en una mesa larga metálica, las enfermeras a mi lado solo hablan de sus temas personales y yo ahí, desnuda, nerviosa, sintiendo mi corazón latir muy rápido.
De repente veo un objeto a mi lado, en el colgaba una bolsa de suero era para mi, de repente sin nada mas que hacer, solo observar lo que sucedía a mi alrededor, puedo leer un nombre que habían escrito por procedimiento interno, este decía A. Miguel.
Al leerlo simplemente supe que estaba protegida, que todo iba a estar bien, así que me tranquilicé y empecé a respirar.
Llegó mi doctor y todo indica que llega la hora anhelada, se presenta el anestesiólogo, muy amoroso se ubica en mi cabeza.
Empieza este procedimiento, yo solo respiro, respiro y respiro, como había aprendido en mis meditaciones.
Cada respiración me llevaba a mi centro, a un lugar muy especial donde no había nada por que preocuparse, cada respiración me trajo vida.
Nace Gabriel y él afortunadamente esta perfecto, a mi me empieza una hemorragia, que no pueden controlar, yo solo respiro, por primera vez en mi vida, no se que es el miedo, por primera vez, solo estoy yo, en cada respiración, por primera vez no me importa nada, solo estoy yo, conmigo misma, eligiendo vivir, sabia que estaba en una situación difícil, la cara del médico lo decía todo, el anestesiólogo en una esquina de la sala, con cara de angustia, nada me impactaba, estaba ahí, respirando, respirando tan profundamente que no existía nada mas, estaba presente en mi, estaba consciente que yo estaba creando mi vida en ese momento, no podía sola, los necesitaba a ellos, ellos eran los instrumentos divinos para que mi obra continuara.
Solo respiraba y elegía vivir, así de simple, no había nada mas que mi respiración, en ella me encontraba en comunión con la vida, en comunión con Dios, en comunión con todos los que estaban en la sala a mi servicio, para mi elección de vivir.
Así fue, después de 2 horas mas y sin efecto ya de anestesia en mi cuerpo, no sentí el dolor, no sentí miedo alguno, estaba volviendo a nacer yo también.
Después de ese día, hace 6 años, renací con toda la consciencia de estar presente en mi, desde ese día, tengo la certeza que elegí vivir, lo elegí con todo mi ser, lo elegí tan conscientemente que la magia de la vida entró en cada uno, haciendo un gran equipo.
Agradezco a todos los que hicieron posible esas horas, porque no estuve sola ni un solo instante.
Así es la vida, no necesitas estar en un quirófano para renacer, hoy, aquí y ahora, lo estamos haciendo, cuando estas respirando conmigo y sintiendo mi historia que hoy la escribo para ti.
Hoy te regalo una respiración de vida, una respiración consciente para vivir, vivir intensamente y con toda la pasión, para vivir en total libertad de quienes somos, para vivir desde el corazón.
Eliana Sánchez Giraldo
Angeóloga – Life Coaching
[email protected]
Tel: 320-4962501
Todos los seres pasamos por momentos que marcan nuestras vidas, algunos dolorosos otros llenos de alegría. El cambio no necesariamente llega de la mano del dolor.
Cada experiencia es un regalo de consciencia, es un llamado a tomar la vida tal cual como ella se está revelando para ti.
Ser mujer es un regalo muy especial, solo somos nosotras las únicas que podemos sostener la vida dentro de nuestro vientre por 9 meses, somos las gestadoras de consciencias y tener la claridad de este gran regalo es un llamado muy especial para la mujer de hoy.
He tenido en este cuerpo la fortuna de tener tres seres maravillosos dentro de mi, cada uno trajo miles de regalos, miles de ofrendas a esta gran labor de dar a luz, no solo en el momento del parto, en cada instante, en cada segundo, en ese lugar donde no existe el tiempo ni el espacio, ahí, donde la consciencia se funde con la vida y el milagro del amor.
Cada embarazo estaba en determinadas circunstancias y era perfecto, ese era el diseño exacto para todos en ese momento, cada uno fue una experiencia única y sagrada.
Doy gracias a Dios el haber tenido la fortuna de ser mamá, doy gracias a ese gran hombre que me hizo madre y aportó ese 50% para que nuestros hijos llegaran, haber sentido cada patadita, cada náusea, cada incomodidad física que hoy veo y reconozco para poder ver todo en perspectiva y valorar la gran obra maestra que formamos.
Me acostaron 4 meses por riesgo de aborto, saber que cada movimiento mío tenía un efecto en mi bebe fue el regalo mas grande, me llevó a estar en presente en mi, no me importó nada, no me importó no bañarme como estaba acostumbrada, no me importó estar acostada 4 meses, es mas, durante esos días de reposo, entré en la verdadera comunión con mi bebe y conmigo, fue ahí sonde se detuvo el tiempo externo y entré en total permanencia con esa criaturita que se estaba gestando, sólo ahí empecé a mirarlo, a mirar hacia dentro de mi, que sucedía cada día, cada instante, cada precioso momento, ahí entendí que él me escuchaba, me sentía, su alma no medía centímetros, era gigante, ella me guiaba, me inspiraba y con ella, todos los seres angélicos que lo acompañaban.
Fue en esos días, donde se tejió la relación mas íntima con mi bebe, ahí le hablaba, le cantaba, leía libros que expandían mi consciencia, libros que a él también le iban a servir para la vida, fue ahí donde empecé a escucharlo realmente, fue ahí donde sentí que mi corazón estaba unido al de él, fue ahí donde sentí que con cada inhalación consciente se abría un puente entre el cielo y la tierra para nosotros, para todos como familia.
Después de unos grandes días en casa, sin afán, sin ninguna preocupación, solo la vida que se estaba gestando y dependía de mi, se acerca la gran fecha, el día en que nos reconoceríamos, el día que sus ojitos se encontraría con todos nosotros como familia, con sus hermanos y su padre.
No era el día en que esperábamos a Gabriel, sin embargo algo en mi cuerpo me avisó y el doctor ante una llamada me indica que me vaya a la clínica.
A mi llegada a la clínica, después de dos partos anteriores aunque familiar no dejaba de generar un poco de temor, las condiciones físicas no eran las mas adecuadas, pasa todo tan rápido y ahí estoy, en una mesa larga metálica, las enfermeras a mi lado solo hablan de sus temas personales y yo ahí, desnuda, nerviosa, sintiendo mi corazón latir muy rápido.
De repente veo un objeto a mi lado, en el colgaba una bolsa de suero era para mi, de repente sin nada mas que hacer, solo observar lo que sucedía a mi alrededor, puedo leer un nombre que habían escrito por procedimiento interno, este decía A. Miguel.
Al leerlo simplemente supe que estaba protegida, que todo iba a estar bien, así que me tranquilicé y empecé a respirar.
Llegó mi doctor y todo indica que llega la hora anhelada, se presenta el anestesiólogo, muy amoroso se ubica en mi cabeza.
Empieza este procedimiento, yo solo respiro, respiro y respiro, como había aprendido en mis meditaciones.
Cada respiración me llevaba a mi centro, a un lugar muy especial donde no había nada por que preocuparse, cada respiración me trajo vida.
Nace Gabriel y él afortunadamente esta perfecto, a mi me empieza una hemorragia, que no pueden controlar, yo solo respiro, por primera vez en mi vida, no se que es el miedo, por primera vez, solo estoy yo, en cada respiración, por primera vez no me importa nada, solo estoy yo, conmigo misma, eligiendo vivir, sabia que estaba en una situación difícil, la cara del médico lo decía todo, el anestesiólogo en una esquina de la sala, con cara de angustia, nada me impactaba, estaba ahí, respirando, respirando tan profundamente que no existía nada mas, estaba presente en mi, estaba consciente que yo estaba creando mi vida en ese momento, no podía sola, los necesitaba a ellos, ellos eran los instrumentos divinos para que mi obra continuara.
Solo respiraba y elegía vivir, así de simple, no había nada mas que mi respiración, en ella me encontraba en comunión con la vida, en comunión con Dios, en comunión con todos los que estaban en la sala a mi servicio, para mi elección de vivir.
Así fue, después de 2 horas mas y sin efecto ya de anestesia en mi cuerpo, no sentí el dolor, no sentí miedo alguno, estaba volviendo a nacer yo también.
Después de ese día, hace 6 años, renací con toda la consciencia de estar presente en mi, desde ese día, tengo la certeza que elegí vivir, lo elegí con todo mi ser, lo elegí tan conscientemente que la magia de la vida entró en cada uno, haciendo un gran equipo.
Agradezco a todos los que hicieron posible esas horas, porque no estuve sola ni un solo instante.
Así es la vida, no necesitas estar en un quirófano para renacer, hoy, aquí y ahora, lo estamos haciendo, cuando estas respirando conmigo y sintiendo mi historia que hoy la escribo para ti.
Hoy te regalo una respiración de vida, una respiración consciente para vivir, vivir intensamente y con toda la pasión, para vivir en total libertad de quienes somos, para vivir desde el corazón.
Eliana Sánchez Giraldo
Angeóloga – Life Coaching
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Tel: 320-4962501