Hace ya varios meses escribí en este blog una historia ("Sobre el honor, la vida académica y el éxito profesional"), una mía sobre transición laboral, vida académica, honor y transcendencia personal. Ese blog fue muy importante, no solo por la posibilidad de poner en palabras públicas un evento crítico que implicó tantas transformaciones vitales, sino por la cantidad de contactos, mensajes y llamadas que generó entre la gente que lo leyó. Me siento muy agradecida por ello pues aunque me permitió reconocer en muchos amigos, colegas y personas desconocidas experiencias similares, me permitió sentir compañía y empatía. Agradezco también los numerosísimos contactos llenos de cariño, solidad y apoyo.
La vida académica, es un tránsito que para todos ha implicado empeño, amor por la labor docente y por la investigación, y una urgente necesidad de reconocimiento justo y valorado por quienes deciden salarial y laboralmente nuestro trabajo.
Debo también decir que con inmenso afecto mantengo contacto regular con mis amigos de tantos años de la universidad. Gracias a todos.
Sigo recibiendo llamadas y mensajes a raíz de tal escrito y siento que hoy es importante poner en lo público el momento actual, para que pueda con todos, darle un cierre tranquilo y reconciliador a ese episodio. Considero justo decir que las consecuencias que se derivaron de la salida de mi universidad han sido mejores de lo que yo misma pude suponer.
Tras ese tiempo de desconcierto inicial que les conté en el blog anterior, han sobrevenido múltiples y maravillosas oportunidades. Las opciones laborales se abrieron de forma variada y hoy en día trabajo en los temas y con las personas e instituciones que valoran mi perfil y a mi persona como persona y que libremente he elegido; y como lo dije también en aquel momento, sigo contando con las condiciones económicas que necesita la vida diaria para ser asumida de forma tranquila y divertida.
La situación jurídica va mostrando sus claridades y dinámicas, he aprendido a soltar los resultados de la misma, pues independientemente de ellos, en mi no queda duda alguna de mi cumplimiento, responsabilidad y honra con los acuerdos hechos.
Deseo que no haya nadie pasando por situaciones como la mía, deseo que aquellos quienes toman decisiones y actúan ostentando el poder de un cargo, actúen de forma sensata, serena, justa y equilibrada, que puedan tomar perspectiva y entender la diferencia entre lo que son y cuál es el fin de las instituciones a las que sirven y su valor, y que puedan entender que hay una enorme distancia entre ello y el de las personas que les dan vida y las mantienen vigentes. Deseo que las diferentes voces de solidaridad y empatía, se traduzcan en regulaciones justas y humanizadas en corto tiempo.
Quiero también dar parte de tranquilidad a quienes me formaron, al final lo aprendido por tantos años sobre la perspectiva Ignaciana, sobre el discernimiento y el amor por los demás aún en medio de la no razón para, parece surtir sus efectos.
Los meses que han transcurrido desde entonces han sido la apertura a un mundo de dimensiones de mi vida personal y profesional que seguramente me hubiera tardado en reconocer si hubiera continuado llevando la vida que traía, o que incluso, no hubiera si quiera imaginado. Los viajes que lo han sucedido, el conocimiento de nuevas tierras, personas, creencias y costumbres me hace decir como el peregrino:
“Que el cansancio del camino nunca te impida pensar.
Es lo importante la meta?
no lo es acaso el encuentro con el monte, con el río…
con el mismo Dios quizás?”
Quiero hoy, agradeciendo a mi querida Joanna, dueña de la iniciativa de este blog, darle a todo ese episodio el lugar que se merece, y “la memoria y el deseo de no repetición”, por hacer uso de una expresión que se dice con tanta frecuencia hoy en día.
Soltarlo al viento y dejarlo volar.
La vida es más.
Un saludo,
Mónica Novoa
Twitter: @mmnovoa
La vida académica, es un tránsito que para todos ha implicado empeño, amor por la labor docente y por la investigación, y una urgente necesidad de reconocimiento justo y valorado por quienes deciden salarial y laboralmente nuestro trabajo.
Debo también decir que con inmenso afecto mantengo contacto regular con mis amigos de tantos años de la universidad. Gracias a todos.
Sigo recibiendo llamadas y mensajes a raíz de tal escrito y siento que hoy es importante poner en lo público el momento actual, para que pueda con todos, darle un cierre tranquilo y reconciliador a ese episodio. Considero justo decir que las consecuencias que se derivaron de la salida de mi universidad han sido mejores de lo que yo misma pude suponer.
Tras ese tiempo de desconcierto inicial que les conté en el blog anterior, han sobrevenido múltiples y maravillosas oportunidades. Las opciones laborales se abrieron de forma variada y hoy en día trabajo en los temas y con las personas e instituciones que valoran mi perfil y a mi persona como persona y que libremente he elegido; y como lo dije también en aquel momento, sigo contando con las condiciones económicas que necesita la vida diaria para ser asumida de forma tranquila y divertida.
La situación jurídica va mostrando sus claridades y dinámicas, he aprendido a soltar los resultados de la misma, pues independientemente de ellos, en mi no queda duda alguna de mi cumplimiento, responsabilidad y honra con los acuerdos hechos.
Deseo que no haya nadie pasando por situaciones como la mía, deseo que aquellos quienes toman decisiones y actúan ostentando el poder de un cargo, actúen de forma sensata, serena, justa y equilibrada, que puedan tomar perspectiva y entender la diferencia entre lo que son y cuál es el fin de las instituciones a las que sirven y su valor, y que puedan entender que hay una enorme distancia entre ello y el de las personas que les dan vida y las mantienen vigentes. Deseo que las diferentes voces de solidaridad y empatía, se traduzcan en regulaciones justas y humanizadas en corto tiempo.
Quiero también dar parte de tranquilidad a quienes me formaron, al final lo aprendido por tantos años sobre la perspectiva Ignaciana, sobre el discernimiento y el amor por los demás aún en medio de la no razón para, parece surtir sus efectos.
Los meses que han transcurrido desde entonces han sido la apertura a un mundo de dimensiones de mi vida personal y profesional que seguramente me hubiera tardado en reconocer si hubiera continuado llevando la vida que traía, o que incluso, no hubiera si quiera imaginado. Los viajes que lo han sucedido, el conocimiento de nuevas tierras, personas, creencias y costumbres me hace decir como el peregrino:
“Que el cansancio del camino nunca te impida pensar.
Es lo importante la meta?
no lo es acaso el encuentro con el monte, con el río…
con el mismo Dios quizás?”
Quiero hoy, agradeciendo a mi querida Joanna, dueña de la iniciativa de este blog, darle a todo ese episodio el lugar que se merece, y “la memoria y el deseo de no repetición”, por hacer uso de una expresión que se dice con tanta frecuencia hoy en día.
Soltarlo al viento y dejarlo volar.
La vida es más.
Un saludo,
Mónica Novoa
Twitter: @mmnovoa